martes, 7 de enero de 2014

La otra cara del "papel pelota". María Antonia y su paradójica estafa

María Antonia es la protagonista de una historia real, de la que sólo cambio su nombre. Ella es una señora que ronda los 60 años, gruesa, con el pelo mal traciado, con una ligera cojera y con una bondad inmensa. Trabajadora incansable, extremadamente alegre y positiva y con una vida ciertamente poco agraciada. Su marido falleció recientemente, hará poco más de un año, él trabajó toda su vida en un taller mecánico, un dolor en el hombro le llevó al quirófano y parece ser que un error en la anestesia general le provocó una deficiencia psíquica. Su salud empeoró paulatinamente hasta que falleció. Esta fue una desgracia más de María Antonia. Su única luz es su hija, de unos 30 años, doctora en química, con unos éxitos profesionales y personales considerables, gracias a los cuales María Antonia tira hacia adelante, personal y, muchos meses, económicamente.

María Antonia entró a trabajar como administrativa en un pequeño comercio relacionado con la construcción y las reformas cuando tenía menos de 20 años, 30 años después, en pleno apogeo del sector y con todos sus ahorros, le compró a su jefe cuando se jubiló el negocio a un precio que lastró la ilusión de María Antonia, justo antes de comenzar la crisis.

El valor de la que hoy llamarían emprendedora era su profesionalidad y compromiso con el cliente y la excelente reputación con el proveedor. El negocio lo componían ella y tres empleados más, además del pequeño local en una calle comercial alquilaban una nave en las afueras de la ciudad. A su marido, en sus últimos meses de vida, también se le veía en la tienda echando una mano en lo que podía.

Las ventas caían año tras año y los gastos ya no podían reducirse más, su hija, además de aportar dinero frecuentemente, compró una nave a buen precio para que su madre redujera también este gasto de alquiler, los ahorros de su hija y su marido prácticamente desaparecieron.

María Antonia recurrió a una tan tentadora como mala opción de financiación bancaria, descontaba recibos que giraba a una cuenta suya particular en otra entidad a nombre de su marido, es lo comúnmente conocido como “papel pelota” o “papel colusión”, anticipar recibos falsos. A vencimiento ella misma los pagaba con dinero que iba consiguiendo como podía. Su desesperación la llevaron a esta desacertada opción, la cual nunca acaba bien.

Ella era consciente de que su práctica bancaria era incorrecta pero no de la dimensión que en el banco se le iba a dar. En una revisión que se realizó en el departamento de Riesgos se detectó esta anomalía e inmediatamente se le cancelaron todas las líneas de financiación, se le cargaron todos los recibos contra descubierto (70.000 €)  y se le forzó a firmar una hipoteca (con un buen seguro de vida y unas elevadas condiciones) sobre la casa que tanto le había costado pagar. Además, se le transmitió abiertamente que había engañado y estafado al banco. Esto fue lo peor para ella, después de tantos años de dedicación, de profesionalidad y de esfuerzo ejemplar oírse que un proveedor suyo (el banco) le llamaba mentirosa y estafadora, sus lágrimas y su llanto inundaron la oficina.


Qué paradoja que en el banco donde llevaba 25 años como cliente se tuviera que oír que era una estafadora, aquel día, sin duda, fue un gran punto de inflexión en mi carrera profesional. Hoy, aún me estremezco cuando paso por la puerta de aquel negocio que tuvo tanta vida y donde hoy cuelga un cartel de “se alquila”.


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jueves, 26 de diciembre de 2013

Corporaciones peores que la Mafia

La Mafia, o crimen organizado, para ser más exactos con el término, se caracteriza por sus técnicas violentas de extorsión y presión, pero hay algo que para ellos merece un respeto máximo y esto es la vivienda de la víctima, su casa y su familia. Estos dos conceptos deberían ser sagrados para cualquier tipo de relación empresarial y comercial, de hecho, cuando organizaciones violentas y criminales lo respetan parece lógico que no fuera ni siquiera cuestionable. Sin embargo, lamentablemente, esto no es así.


Amparados por una ley injusta los bancos se permiten presionar y acosar a quienes no pueden asumir una deuda, sus medidas no son peores que las de la Mafia, quizá sean distintas, pero no menos dañinas. Llamadas telefónicas continuas amenazantes, buro faxes que con términos jurídicos hacen que veas a tu familia fuera de su casa, visitas personales al domicilio en momentos familiares (a la hora de comer o a última hora del día), en definitiva, una presión psicológica extrema. Lo peor es que les ampara la ley y que su poder y capacidad de presión llega al límite, a dejar a toda una familia sin hogar.

Desde los despachos, donde nunca se ven manos manchadas, utilizan el amparo de la ley, en muchas ocasiones únicamente como castigo al deudor, y no como búsqueda de compensación económica y rentabilización de la operación, lo cual tampoco sería lícito, pero al menos les serviría como excusa y justificación. Créanme, es común oír palabras frías e inhumanas que entrevén un sucio poder para el que las pronuncia y un castigo para el que van referidas.

Es inadmisible que un banco deje a una familia en la calle amparado por la ley, de forma impersonal e indiscriminada, y que esa vivienda quede cerrada durante meses o años a la espera de un comprador oportunista y probablemente especulador que estará dispuesto a pagar, en la mayoría de los casos, un valor irrisorio, y que rara vez cubrirá la deuda de la víctima.

Si se hacen cuentas en muchas ocasiones se perdería menos tiempo y dinero tratando el caso personalizadamente, proponiendo una pronta solución acorde con la situación. No tiene sentido que una persona, como ejemplo, se hipoteque en 100.000 € sobre un piso que el banco tasó en 130.000 € hace 5 años, que hoy el deudor no pueda asumir la deuda de 95.000 €, entre en un proceso de impagos y consecuentes amenazas, viva la expulsión de su casa y que un año después de empezar los impagos ésta se embargue, se  tase en 60.000 €, se subaste y se adjudique a un tercero por 50.000 €. ¿Tan complicado es pensar en llegar a una solución intermedia y no haber beneficiado a un comprador oportunista y por parte del banco haber asumido una pérdida de 45.000 € (más gastos del proceso)? No deja de ser un ejemplo, pero estas cuentas reflejan una realidad. Una realidad en la que siempre ganan y pierden los mismos.

Con razón se está relanzando el término Bankster, que surgió tras la gran depresión de 1929, donde unía los conceptos Banker y Gangster. Sin duda, las familias que tan traumáticamente viven los desahucios preferirían tratar con organizaciones mafiosas, al menos el daño, aunque físico, sería menor. 


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miércoles, 11 de diciembre de 2013

Tiempos distintos que los de William le Bole

El estudio de la economía, hasta finales del siglo XVII, era un estudio básicamente social, nada que ver con métodos y variables estadísticas. Se centraba en aspectos éticos y en políticas que buscaban el bienestar social. El punto de inflexión puede decirse que fue el estudio estadístico sobre la población de Inglaterra que realizó Gregory King en 1696, aunque hasta el siglo pasado no encontramos conceptos como Producto Interior Bruto o Renta Nacional.

Así, es especialmente interesante la visión económica anterior a este cambio conceptual. El pensador Tomás de Aquino aportó estudios muy interesantes, concretamente los referidos a la implicación moral de los precios, aseguraba que la avaricia es un pecado mortal (afirmación seria contextualizada), e introdujo el término “precio justo”, donde reconocía un razonable beneficio englobado en el precio, rechazando un beneficio excesivo. Definía el precio justo como aquel en el que el comprador, tras haber manejado una información veraz sobre el producto, accedía a comprar la mercancía en cuestión.

De la misma forma que el erudito de la Edad Media promulgaba esta teoría, 800 años después, seguimos discutiendo este mismo tema. Los precios, su justicia y sus formas de fijación las encontramos en las ideas socialistas (fijación de precios por el estado), las neoliberales (dejan actuar al mercado como único fijador de precios) o las intervencionistas (que por cuestiones económicas o morales abogan por la intervención del Estado).  Además, y de forma más concreta, la fijación de precios justos están en continúa polémica, en los salarios mínimos y en los salarios máximos, haciendo especial mención a los escandalosos sueldos, bonus y retribuciones varias de los banqueros.

Cuanto ha llovido, para fortuna de algunos, desde que en 1321 a William le Bole le descubrieron las autoridades engañando en el peso del pan que vendía en su comercio londinense, su estafa en la fijación del precio fue castigada siendo arrastrado públicamente por las calles de Londres.


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Esta reciente noticia seguro que nos ayuda a entender mejor de lo que estamos hablando:


viernes, 1 de noviembre de 2013

La Bolsa, ¿apostamos al rojo?

Continuamente escuchamos dentro de las noticias económicas las fluctuaciones diarias del Ibex 35. La seriedad y convicción del reportero, junto a las trasnochadas y alejadas de la realidad imágenes de jubilados mirando las pantallas de Bolsa de Madrid, hacen parecer que la noticia tiene algún interés. Merecen también una mención las imágenes de archivo de la televisión de ejecutivos estresados hablando por el móvil o las de un bancario mirando cuatro pantallas con gráficos. Si usted esto no lo ha entendido nunca, o simplemente se siente frustrado por no estar dentro de ese mundo y no tener los conocimientos para interpretar estas noticias, no se preocupe, voy a intentar hacerle algunas aclaraciones importantes para la próxima vez e intentar que le de la importancia que merece.

                                   


Empecemos definiendo brevemente qué es el Ibex 35 y en general qué es la bolsa. Las empresas, cuando alcanzan una serie de parámetros (volumen de ventas, número de empleados, requisitos legales, ect) tienen la posibilidad de vender participaciones de su empresa públicamente en un mercado regulado (la bolsa), con el objetivo principal de conseguir liquidez o financiación mediante la entrada de accionistas que esperan sacar un rendimiento a su dinero, bien vía reparto de beneficios (dividendos) o bien con el incremento del valor de las acciones que han comprado (plusvalías). Los beneficios de salir a bolsa parecen ser también otros, como la proporción de transparencia o el conocimiento inmediato de la bondad de las decisiones tomadas. Bien, pues el Ibex 35 son las 35 mayores empresas de España que cotizan en bolsa, a ellas se les da una valoración y una asignación proporcional de puntos, de ahí que oigamos que el Ibex sube o baja x puntos, el Ibex no deja de ser un indice que aglutina varias empresas y a este hay que darle una forma para valorarlo. Cuando le dicen que ha subido el Ibex parece ser una buena noticia y como luego aclaran que Telefónica o Santander, o la que sea, ha variado su valor ya nos suena más familiar, todos tenemos alguna referencia de estas empresas y parecemos entender qué significa que Telefónica incremente el valor de su acción. Finalmente hay que aclarar también que una acción es una pequeñísima parte de la empresa y como tal tiene un valor en euros. El valor viene determinado por las expectativas acerca de la empresa, de sus decisiones, de noticias, del sector, del país en el que opera...

                                                 

Una vez aclarados muy brevemente estos puntos vamos a decir en la práctica y en la calle qué es la bolsa. Sin duda esta es un simple mecanismo socialmente aceptado, e incluso bien visto, de juego y especulación donde a toro pasado todas las variaciones del valor de la acción tienen una explicación económica y que antes nadie había podido predecir con certeza. La inversión o compra de un paquete de acciones responde a intuiciones, apuestas, azar o a la recomendación de un periódico manipulado. Qué diferencia encuentra usted en poner su dinero en una acción de una empresa de la que por mucho que crea no sabe nada y apueste a que suba y en ir a la ruleta del casino y apostar al rojo. Yo la única que veo es la percepción social que su entorno y usted mismo tenga al respecto. Le aseguro que en muchos años no he encontrado prácticamente a nadie que juegue en bolsa con verdadero conocimiento de causa y por supuesto ninguno que de media haya ganado una cantidad respetable de dinero, hay que tener en cuenta que cuando alguien gana algo en bolsa hace que se enteren todos sus vecinos, pero cuando pierde, ademas de ocultarlo, se excusa diciendo que ya subirá, que a final de año se recupera la bolsa, que hay que esperar, que es un inversor a largo plazo, que hasta que no venda no pierde, que así diversifica riesgos o que los dividendos van compensando la caída, aunque la mejor de todas es la de que es mejor que baje porque así se compensan plusvalías para la declaración de la renta. Pamplinas, si usted invierte, o apuesta, y su dinero no hace más que minorar está perdiendo dinero, llámelo como quiera.

La bolsa es el gran agujero legal donde pequeños ahorradores ponen su dinero con idea de sacar una rentabilidad mayor que la ofrecida en otros productos financieros y lo único que consiguen, ademas de entretenimiento y relativa distinción social en su entorno, es ver caer sus ahorros de forma prolongada en el tiempo, vía acciones directamente, fondos de inversión, planes de pensiones o, si quieren, de una forma mucho más vergonzante, vía derivados financieros e instrumentos de variada ingeniería financiera.

Si lo que usted quiere es preservar sus ahorros aléjese de este mundo, por mucho que le persuadan en su entidad bancaria, las comisiones aquí son demasiado atractivas como para dejar escapar una oportunidad. Las cuentas corrientes, los plazos fijos o fondos de inversión ultraconservadores seguro que serán suficientes para guardar sus preciados ahorros.

Dicho esto piense en el significado práctico para su día a día de la noticia que oirá muy a menudo acerca de las décimas porcentuales que ha variado el Ibex, ¿realmente creen que esto le interesa a alguien con la situación económica que estamos viviendo?. Algún otro economista me podrá discutir que el Ibex es el reflejo de la situación empresarial del país, que la bolsa nos adelanta el futuro de la economía o demás argumentos docentes que todos hemos estudiado, yo personalmente creo que estos sólo son elementos adicionales y justificantes de la especulación.

Por cierto, adivine quién gana verdaderamente en este juego, en su respuesta encontrará la similitud definitiva con el casino.


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sábado, 19 de octubre de 2013

Seguros en banca, una mera comisión encubierta

El ruinoso resultado en los últimos años del principal negocio bancario, prestar dinero, hace buscar a la desesperada alternativas rentables y sin riesgo para compensar la empicada caída crediticia cruzada con la alarmante subida de la morosidad. Prestar dinero entraña un riesgo en sí mismo, riesgo a que el dinero prestado no sea devuelto.

Calculen qué significa ganar un 2% (neto, aproximadamente) anual del importe del préstamo frente al riesgo de que no le devuelvan el montante de la operación, si a ello le añadimos una crisis económica sin precedentes y que de media actualmente el 12% de lo que ha prestado no se lo están devolviendo, imagínese la ruinosidad de su negocio, por mucha ingeniería financiera y maquillaje del balance que haga. Tarde o temprano debe reorientar su negocio. De hecho esto es buena parte de la explicación de que el 80% de las entidades financieras hayan desaparecido en el último año.

En teoría económica vender seguros en un banco se llamaría aprovechar una economía de alcance, lo cual quiere decir que un banco se pone a vender seguros porque es un producto con similitudes o relaciones claras con los productos bancarios, porque tiene la infraestructura comercial para realizarlo y, además, en muchos casos existe una aseguradora como empresa propia del grupo corporativo.

El negocio es perfecto, se acuerda con la aseguradora un porcentaje de comisión por seguro vendido (entre el 20 y el 60% de la prima anual), es un producto que no entraña ningún riesgo en sí mismo, el cliente paga la cuota por algo que normalmente entiende perfectamente y si sucede el siniestro cubierto deberán dirigirse a un teléfono de atención al cliente directamente de la aseguradora. Así, el banco gana dinero vía una comisión excusada y recurrente, no ofrece ningún servicio posventa y no asume ningún riesgo. Sin duda  el negocio es mucho mejor, hoy por hoy, que el de prestar dinero.

Ahora bien, como ya hemos expresado en anteriores entradas, la presión comercial bancaria y su vampírico afán de beneficio, extralimitan la venta de seguros. Los comerciales, presionados diariamente e inmersos en rankings de venta aluden y recuerdan continuamente a los clientes la posibilidad de que les ocurra el siniestro cubierto en el seguro objetivo de venta del mes. Seguros de muerte (llamados de vida eufemísticamente), seguros de hogar, de decesos, de repatriación, multirriesgos de empresas, de salud, de vehículos, de desempleo, de lo que sea, qué más da qué cubran, sólo importa la comisión que se va a cobrar y la subida en el ranking que ello supone. Cambiar el peso del cliente, modificar su edad u omitir enfermedades y problemas de salud del cliente para evitar sobrecargos y facilitar así la firma del contrato; o paralizar la firma de una operación vital para el negocio del cliente en el mismo notario y condicionarla in extremis a la contratación de un seguro; son prácticas corrientes, en muchos casos incluso sin que el propio cliente sea conocedor de ellas.



Lo lamentable no es que en un banco se vendan seguros, ni que de haya intrusismo en el sector asegurador, sino que la red comercial, además de no estar debidamente formada y desentenderse por completo de la posventa, el incentivo de esta para sacar una operación de financiación adelante y luchar por ella o simplemente del interés que se pone por un cliente, única y exclusivamente sea, en muchos casos, el importe de la prima que se va a cobrar en concepto de seguro.

Una vez más se desvirtúa y pervierte el sentido del sistema bancario, sería entendible y aceptable que la banca ofreciera seguros como servicio adicional, pero sus formas no distan de las que venimos apreciando en la venta de tantos otros productos. Para fortuna de la banca, la improbabilidad de que suceda el siniestro y la habitual correcta respuesta de la aseguradora  juegan muy a su favor.


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domingo, 22 de septiembre de 2013

Políticas de RRHH que aprenden del Nazismo

En la portada del principal periódico del partido Nazi (Völkischer Beobachter) del 21 de abril de 1934 vemos como Heinrich Himmler pasa a ser responsable de la Gestapo (policía secreta Nazi) y Comandante de la Policía Política de los Estados Federales, cuya función básica será sembrar el terror en la población y consolidar la expansión del imperio Nazi. Ya no vamos a entrar en el fondo de este hecho sino en la forma de algunos detalles de esta portada.



Por otra parte, el ascenso democrático al poder del partido Nazi todavía hoy se sigue estudiando en las universidades de programas en comunicación de todo el mundo, como ejemplo de campaña de promoción y publicidad, sin esta ejemplar campaña nunca hubieran llegado al poder, ni se explicaría que después de numerosos fracasos electorales finalmente obtuvieran alrededor del 40 % de los votos.

Además, paralelamente encontramos otro dato del régimen Nazi que quiero comentar para luego enlazarlo todo con algunas políticas de recursos humanos que aún hoy percibimos en las grandes empresas. Uno de los grandes problemas al que el régimen se enfrentaba, y que pocas veces nos hemos parado a pensar, era el inmenso desgaste mental y trastorno psicológico que padecían los trabajadores y ejecutores de las órdenes que llegaban desde los mandos en los campos de concentración. Para ello idearon y extendieron lo que se llamaría “dilución de responsabilidades” y que consiste en que nadie crea que es el responsable último o final del sufrimiento y la barbarie que entre todos proporcionaban, si todos creen que con su acción no es el responsable final y que es un mero actor de una cadena de acciones, psicológicamente será mucho más llevadero y, por ende, se actuará sin escrúpulos y de forma más eficaz.




Detallados estos puntos, y si han trabajado en alguna gran empresa, quizá ya intuyan de qué estamos hablando. Las grandes empresas con avanzados departamentos de Recursos Humanos se focalizan en buscar un compromiso pleno del empleado, por un lado ejerciendo un control sobre su persona y por otro convenciéndole de que su trabajo es el soporte de su vida, no económicamente, que hasta aquí podría estar de acuerdo, sino personalmente. Este control personal y compromiso máximo del empleado se traduce en dinero para la empresa, cuyo concepto es el único objetivo, especialmente si pensamos en el sector financiero.

El control personal se ejerce buscando una falsa e interesada confianza para llegar a conocer cuantos más aspectos personales mejor y, cada vez más, apoyándose en la tecnología, con un control de las redes sociales en las que participa el trabajador, localizadores GPS en el móvil del trabajo, programas para teletrabajar desde cualquier sitio a cualquier horario o comunicaciones importantes fuera de horario de trabajo que poco a poco hacen que nunca desconectes. Tanto la Stasi (Servicio de inteligencia soviético en la RDA) como la Gestapo (policía secreta Nazi) buscaban el control total sobre la población mediante su conocimiento personal, esto les daba poder, poder sobre la población y poder político en definitiva.

Respecto a la búsqueda del convencimiento de que fuera de la empresa no hay vida posible, encontramos políticas de continua e incesante promoción interna basadas en un nombramiento de cargos rimbombantes y vacíos de contenido; elogios gratuitos en público; continuas reuniones y comidas de empresa; falsas promesas de llegar a un puesto que hará que tu vida cambie; encuestas periódicas de satisfacción del empleado y rankings y reconocimientos manipulados para mostrar que la empresa en la que trabajas es la mejor del país; y una vestimenta impecable y formal que sólo buscan el engaño del que la lleva y del que la mira.

En la portada donde aparece el nombramiento de Himmler vemos sus grandes puestos corporativos, siempre sonoros, en mayúsculas y mostrados en público con un envoltorio de elogios y reconocimientos a su entrega a la empresa; 80 años después continua el mismo método en las grandes empresas, aunque lamentablemente los puestos de Himmler no estaban vacíos de contenido, como antes dije, hablamos más de la forma que del fondo.

Finalmente el otro punto destacado, la biensonante “dilución de responsabilidades”, claramente se sigue utilizando en la actualidad, en una gran empresa que presume de inmensos beneficios no siempre se utiliza como premisa la ética personal, los departamentos de Recursos Humanos tienen que saber cómo gestionar que el peso de las decisiones de los mandos no recaiga sobre una persona en concreto, que todos puedan tener alguien al que echar la culpa final de una difícil decisión, y así pensar que nunca el ejecutor es uno mismo. Esto se consigue mediante un entramado de departamentos y responsables sin una clara función pero que sí ayudarán a la perfecta canalización de las decisiones y a que el engranaje funcione a la perfección.

El régimen Nazi utilizó esta táctica en el penoso extremo del ser humano, lo que vemos hoy en este aspecto es simplemente una dilución del término.


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* Esta entrada está publicada el 22 de septiembre de 2013, menos de un mes después, el 18 de octubre, nos encontramos con una noticia que soporta este artículo. Con la muerte del oficial nazi Erich Priebke, sacan a la luz declaraciones suyas de antiguas entrevistas, donde ejemplariza la dilución de su responsabilidad, a pesar de ser un alto cargo en el régimen, alude a la presión que soportaban los ejecutores finales de las directrices y, finalmente, relata que su propia vida dependía del desarrollo correcto e impecable de las directrices marcadas.

http://actualidad.rt.com/actualidad/view/108892-nazi-erich-priebke-ordenes-hitler?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=actualidad

viernes, 6 de septiembre de 2013

En Bruselas se vislumbra al Apartheid

En 1913 los colonos europeos en Sudáfrica instauraron la Ley de la tierra de los nativos, donde básicamente se les arrebataban sus tierras y se creaban los “homelands”, lugares donde hacinaban a los nativos y los condenaban a la pobreza. Eliminar su propiedad privada, además de otras medidas que se instauraron contra ellos (imposibilidad de estudiar, de crear una empresa, de aprender un oficio…), erradicaba toda la opción de prosperar económicamente. Los colonos europeos observaron que los negros nativos evolucionaban económica y personalmente conforme desarrollaban la agricultura, como era lógico. Para los colonos suponía un problema esta mínima evolución económica de los nativos, debido a que requerían su mano de obra para la explotación de las minas de oro y diamantes, mano de obra que no iban a obtener a los precios que proponían si no empobrecían radicalmente a la población negra. Así, el objetivo de las medidas que instauraron los colonos fue empobrecer a los nativos de tal forma que se lanzaran a trabajar a las minas casi a cualquier precio. Bien, pues entre 1911 y 1921 el sueldo medio en la minería en Sudáfrica se redujo un 30%, y 40 años después seguían un 12% más bajo que en 1911, teniendo en cuenta que este país tuvo un crecimiento económico estable durante este período. Gracias a ello Sudáfrica llegó a ser el país más desigual del mundo.



Esto nos deja varios matices y conclusiones para analizar la situación económica actual:

Está claro que además del dato de crecimiento de la producción industrial, de las exportaciones, del crecimiento de la inflación y de variables económicas lejos del día a día y del entendimiento de la población, deberíamos empezar a fijarnos en variables mucho más relevantes para medir la calidad de vida de un país. Hablamos de medidas de desigualdad, de bienestar, de empleo, de igualdad de oportunidades, de discriminación racial y sexual, de analfabetismo,  de integración, de natalidad y mortandad o de conciliación familiar. Medidas que pasan siempre de largo y que nunca se presentan como las realmente importantes, quizá no interesen políticamente.

Recientemente la Comisión Europea (avalada por el FMI) lanzó una recomendación a España, dentro de su desarrollo agresivo de políticas neoliberales. El consejo, sin el más mínimo fundamento teórico, es una bajada directa y adicional en los sueldos del 10%.  Rebaja que se supone se aplicaría a los pacientes empleados públicos y a los empleados de las pymes españolas (99% sobre el total de empresas) que tienen la suerte de mantener aún su trabajo. Rebaja del 10% que deberíamos sumar a las desaparecidas pagas extras, a las inexistentes horas extras, a las rebajas ya pactadas estos años atrás, a los ERE que se traducen en menos sueldo neto, al cambio de empleo aceptando menor sueldo, a las no actualizaciones del IPC en los salarios y a la generalizada inestabilidad laboral que existe, y que también se traduce en una mayor incertidumbre, una peor expectativa, una menor inversión y un casi nulo consumo interno. Cuesta creer que el consejo haya salido de alguien con alguna mínima noción de economía, ya no digo del Fondo Monetario Internacional…

Si en la historia Sudafricana del Apartheid cambiamos “colonos europeos” por “grandes capitales” y “población nativa negra” por “obreros y empleados” encontramos un relato que no difiere tanto de las medidas y recomendaciones que nos llegan impuestas desde Bruselas. 


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